Unitarios y federales expresan, aun hoy, dos formas básicas de entender a la Argentina. En los inicios de nuestra historia, las preferencias por uno u otro programa generaron guerras civiles y otros enfrentamientos.
Hoy la contraposición de intereses regionales, la configuración del mapa electoral y el conflicto por la distribución de las rentas de la Nación aluden, de una u otra forma, a aquella histórica división.
Sin embargo, nunca todos los porteños fueron unitarios, ni todos los provincianos fueron federales, como lo acredita la existencia de Gobernadores dependientes de Buenos Aires y centralistas respecto del interior de sus provincias.
Padecemos el unitarismo dominante en la escena política y en el mundo sindical.
Por causa de la distribución geográfica del empleo así como de la estructura de los convenios colectivos de trabajo y de las obras sociales, las organizaciones obreras funcionan alrededor de un vértice al que deben subordinarse los representantes provinciales.
Tal estructura sindical, perniciosa desde una óptica democrática, resulta dañina para el empleo regional, y favorece la concentración económica alrededor de Buenos Aires, como lo sabe cualquier mediano y pequeño empresario salteño.
Y como están descubriéndolo los salteños que viven en edificios de propiedad horizontal, condenados a pagar expensas que nada tiene que ver con el nivel provincial de salarios y jubilaciones.
Cuando en Salta existían departamentos solamente en el edificio de La Continental o en Belgrado esquina Dean Funes, el impacto era ínfimo. Pero hoy, cuando de la mano del crecimiento y la especulación inmobiliaria proliferan las construcciones en propiedad horizontal los efectos de aquel modelo sindical y de las prebendas que les otorga el Gobierno se abaten sobre miles y miles de salteños.
(Para FM Aries)
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