La Fundación COPAIPA acaba de inaugurar su segundo ciclo de conferencias a cargo de especialistas que abordan asuntos de interés general, en el marco de una reflexión centrada en el plan estratégico para Salta en el mundo.
En esta ocasión, tres estudiosos analizaron, desde ópticas diversas, la evolución y las perspectivas del Estado como forma institucional a la que los ciudadanos encomiendan determinadas funciones.
Los expositores parecieron coincidir acerca de la doble necesidad de que el Estado provincial se abra a la participación ciudadana a través del Consejo Económico y Social, y de que refuerce su condición republicana, su capacidad de control y su papel de productor de seguridad jurídica y social.
Al hilo de esas exposiciones, haré una breve referencia a esa cierta incapacidad que tenemos los salteños (salvando muy honrosas excepciones) para teorizar sobre la experiencia histórica o cotidiana y para conectarnos con las modernas corrientes de pensamiento, al menos en determinadas áreas de las ciencias sociales.
Una incapacidad llamativa que nos aleja de las interesantes ideas que están alumbrado, más allá de nuestras fronteras, lo que se conoce como el Estado de la híper modernidad, en alusión a una forma institucional que hereda y supera al Estado posmoderno cuya decadencia se patentiza con el atentado a las Torres Gemelas y con la reciente crisis económica global.
El nuevo Estado en ciernes, es un Estado democrático, transparente, federal, productor de seguridad jurídica, medioambiental y social, promotor de la paz y de los derechos fundamentales, y que se integra en unidades supranacionales. Vale decir, una institución alejada de nuestra gris realidad local signada por un Estado centralista, opaco, promotor de hegemonías políticas de la mano del clientelismo y del exagerado gasto electoral.
Mientras el Estado Provincial salteño sobresale, además, por la ausencia de controles, por la endeblez de sus poderes de policía y por la escasa calidad de las normas que produce (me refiero a las leyes, decretos y sentencias), nuestros Estados Municipales son, en la mayoría de los casos, un resabio pre-moderno.
Los Municipios salteños carecen de las capacidades y de los recursos necesarios para absorber las nuevas funciones respecto de los riesgos globales, del urbanismo, del medio-ambiente, de los recursos naturales, la asistencia social, y de la convivencia. Son, antes que nada, elementales ruedas del engranaje político-electoral que tributa al Gobernador de turno. Organismos que rehúsan la auto-organización de los ciudadanos y que temen toda rebelión cívica contra aquellos que apuntan a convertirlos en súbditos.
Como lo muestra el caso de la Municipalidad de Cerrillos.
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