Desde un punto de vista algo sesgado, podría decirse que la producción cultural de Salta está centrada en la poesía y en el canto folclórico. Pero una afirmación tal resulta, además de sesgada, inexacta.
Al menos en tanto pretende ignorar el renacimiento de los ensayistas, como lo acredita la cantidad y calidad de los que se han presentado al concurso convocado por la Fundación COSMOSALTA, o el contemporáneo florecimiento de nuestro cine de la mano de Lucrecia MARTEL y Alejandro ARROZ, por señalar los casos más expresivos.
Como sabemos, la historia del cine en Salta está aún por escribirse. Tanto en lo que se refiere a su desembarco en nuestra provincia, como en lo que atañe a los emprendimientos cinematográficos locales o a las producciones extranjeras que aprovecharon nuestras bellezas naturales y la buena voluntad de nuestros extras.
Quién más quién menos, tiene obvias noticias de TARAS BULBA filmada en las serranías de San Lorenzo y Lesser, aprovechando el parecido físico que vincula a los salteños con los cosacos y otras etnias euroasiáticas. Hay quienes están también al tanto de los éxitos de Cástulo Guerra en los escenarios estadounidenses, o de Delia Vargas en nuestros teatros y nuestro cine.
Pero la mayoría ignora la identidad de nuestros extras más destacados, y muy pocos son los que saben de otras aventuras cinematográficas protagonizadas por salteños.
El caso es que en esta semana me sorprendieron sendas noticias de una dama salteña y de un caballero salteño, vinculados al cine nacional.
En mi ignorancia, nunca había oído hablar siquiera de “Cerro Guanaco” la película dirigida por José Ramón Luna con música de Eduardo Falú y filmada en Catamarca en 1959. Para los salteños sesentistas, esta película prácticamente inhallable, tiene un atractivo mayúsculo: Ver en escena a una bellísima comprovinciana nacida en el norte de la Provincia de padres alemanes. Me refiero a Karen KNUTH, hoy retirada de los escenarios y que en “Cerro Guanaco” comparte cartel nada menos que con Floren Del Bene y Francisco de Paula.
La segunda de las películas cuyos vínculos con Salta desconocía es “Horizontes de piedra” que dirigió Román VIÑOLY BARRETO, sobre el libro “Cerro Bayo” de Atahualpa YUPANQUI, que fuera filmada en 1956 y premiada en el festival de Karlovy
> Vary (ciudad de la entonces Checoeslovaquia). En este caso, el nexo es el doctor Alberto Medrano Ortiz, por ese entonces un joven apuesto, un verdadero dandy, que residía en la calle Leguizamón al 400 y que, en tal carácter, tuvo la fortuna de frecuentar nada menos que a Julia Sandoval, primera actriz de “Horizontes de Piedra”.
Estos dos salteños, casi accidentales actores del cine argentino, trajinan aún, afortunadamente, nuestras calles, frecuentan el mismo café bizarro y lucen sus figuras cargadas de recuerdos, de prestancia y de sabiduría.
(Para FM Aries)
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