En mi anterior columna aludí al desarrollo que Salta experimenta en algunas de sus facetas culturales y productivas. Pero este progreso no cuenta con el suficiente estímulo público y, en ocasiones, se logra a pesar de los escollos que pone el Estado.
La extraordinaria dimensión que en Salta tienen la economía sumergida y el trabajo en negro expresan aquella inadecuación a las exigencias del progreso, aunque el acostumbramiento que producen la negligencia y la ineficiencia impida a muchos ver la realidad.
Además, conviene recordarlo, la lentitud, la vocación por lo contemplativo, la paciencia, la resignación y una cierta desgana forman parte de nuestra antigua identidad provinciana.
Pese a la propaganda, el Gobierno no logra modernizar la Administración Pública Provincial que sigue anclada en normas y rutinas del pasado, sin que la incorporación de la informática (parcial e insuficiente), ponga remedio a aquellos males.
Horarios inadecuados, personal insuficientemente capacitado, reglas oscuras, ventanillas múltiples, morosidad, ausencia de estadísticas, superposición de trámites, encarecen los costos, frenan el desarrollo e incentivan la economía y el empleo informales, además de perjudicar a los simples ciudadanos que deben dialogar con la Administración.
El “vas tener que volver mañana mamita o papá” (según sea la apreciación que el empleado haga de su condición sexual), es la frase más escuchada en las ventanillas administrativas.
Son inútiles las precauciones que tomen los ciudadanos: siempre faltará algo. Un certificado; una estampilla que le reclaman en Belgrano al 1300 y que sólo se consigue en España al 500; la firma de un funcionario que viene a las 12.
Si usted, por ejemplo, tiene que renovar un simple registro administrativo, debe presentar 5 fotocopias, 4 estampillas, 3 certificados, 2 notas, y esperar una semana que se transforman en 10 días. Eso, sin contar con que uno de tales certificados (el emitido por un Contador Público), debe ser re-certificado por el Consejo Profesional de Ciencias Económicas, previo pago del elevado arancel.
Da igual que su trámite se refiera a un contrato millonario, o a uno de esos falsos contratos de locación que esconden una relación laboral.
Sería deseable, por ejemplo, que la Provincia coordinara trámites con la Administración Nacional y con los Municipios; que simplificara trámites en función de la magnitud o importancia del contrato; que creara una suerte de monotributo único provincial y municipal; que las ventanillas estuvieran habilitadas para certificar fotocopias; qué alguien estudiara los formularios para simplificarlos; que se reformara la ley para imponer el silencio positivo; el las reglas reemplazaran a la discrecionalidad.
Las lacras de ineficiencia, oscuridad, ineptitud, falta de preparación del personal e inadecuación de las herramientas administrativas y policiales, han quedado además de manifiesto, de manera trágica y desesperante, en la investigación del crimen perpretado recientemente en el área de San Lorenzo. Desde la alta dirección del Estado Provincial, hasta el personal policial sin graduación, pasando por magistrados judiciales, peritos, forenses y portavoces, todo huele a improvisación, falta de profesionalismo, superficialidad. En más de un aspecto, estamos -lamentablemente- en manos de novatos presuntuosos.
En fin, que faltan siglos para hacer realidad la esperanza. Lo sugiero, aun a riesgo de que el señor Gobernador, que piensa que mientras quede algo pendiente será imprescindible su reelección, encuentre nuevos argumentos para eternizarse en el poder.
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