Las distancias que separan a los Estados de bienestar europeos del Estado de bienestar argentino son abismales. Tanto en calidad como en cantidad de prestaciones.
Con el añadido de que mientras en Europa los beneficios son verdaderos derechos sociales, en la Argentina muchas prestaciones dependen de la buena voluntad de las autoridades o de las disponibilidades presupuestarias.
Hace algunos años, la Europa socialmente mas avanzada instauró lo que se conoce con el nombre de “cuarto pilar” del Estado de Bienestar. Se trata de un conjunto de prestaciones pensadas para atender a las personas que no pueden valerse por si misma.
Los europeos, en este sentido, decidieron relevar a las familias, generalmente a las mujeres, de las cargas que impone la asistencia a los no auto-válidos, poniendo a su disposición subsidios y servicios ciertamente sofisticados.
Es así como las familias pueden contratar a especialistas que asistan a los discapacitados con la frecuencia necesaria, corriendo el pago de sus salarios a cargo de la Seguridad Social. O dotar a los no auto-válidos de tele-señales para recabar inmediata asistencia médica.
Hasta aquí, en Salta y en el resto del país, las familias son las que deben correr con este tipo de atención y con los ingentes gastos que demandan las personas de edad muy avanzada o quienes padecen enfermedades tan crueles como el Alzheimer.
Pero, afortunadamente, las cosas comenzarán a cambiar en breve.
Al menos, si el Gobierno de la Nación se apresura a reglamentar la reciente Ley 26.480 que obliga a las Obras Sociales y al PAMI a brindar asistencia domiciliaria con el fin de favorecer la vida autónoma de los discapacitados, enfermos o ancianos.
Es una buena noticia, a la que sólo habría que objetar la exigencia de trámites que podrían generar burocracia, dilaciones o favoritismos.
(Para FM Aries)
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