Somos muchos los que nos quejamos, creo que con razón, de lo mal que funciona la Salta pública, de los abusos de poder, de la ineficacia administrativa, de la inobservancia de las leyes, de la morosidad burocrática, de la opacidad de ciertas decisiones, de la existencia de hijos y entenados.
Se extiende la certeza de que la Salta oficial no funciona. De que el programa constitucional es letra muerta. De que no somos una república en donde reinen la ley, las libertades y la igualdad.
Soportamos funcionarios que cultivan el tono mayestático y que practican el arte del nepotismo.
Frente a este panorama, algunos comprovincianos han bajado los brazos. Otros persisten en su infinita mansedumbre. Y un segmento de la opinión pública opta por la crítica, aun cuando al ejercerla no le asista la esperanza de un cambio.
Destruidos los partidos políticos, disciplinado el Poder Legislativo a la voluntad del mandamás de turno, desaparecidos los órganos independientes de control, amenazada la independencia judicial y la libertad de prensa, la salvaguarda de los valores republicanos y la vigencia del Estado democrático de derecho quedan únicamente en manos de los jueces y de los medios que logran conservar su independencia.
Bastaría con escuchar a los oyentes que llaman a este programa radial para calibrar el papel que la ciudadanía asigna a la prensa independiente. Los micrófonos de FM Aries son tribuna de denuncia, ámbito de quejas, vehículo de peticiones al Gobernador y a los Intendentes.
Ocurre que, degradados los tres poderes tradicionales, el llamado cuarto poder se erige en barrera a los abusos en los que suelen incurrir quienes gobiernan.
Sin embargo, pienso en que los ciudadanos tenemos que comprometernos decididamente en la construcción del Quinto Poder. Me refiero a esa red de asociaciones, clubes, centros, fundaciones, y demás organizaciones no gubernamentales que en otras latitudes están reconstruyendo la democracia y preservando los intereses colectivos.
El tejido asociacional salteño es aún débil. Un poco por la conocida apatía cívica que suele paralizarlos, y otro poco por las dificultades que la burocracia estatal pone a aquellos que pretenden asociarse formalmente.
En las sociedades más adelantadas ha pasado el tiempo donde los ciudadanos lo esperaban todo del poder. Ha quedado atrás aquella delegación integral del poder ciudadano en los representantes elegidos.
Muchos salteños han comenzado a transitar por este camino democratizador y, como es el caso de las asociaciones vecinales y de las organizaciones solidarias, a obtener resultados positivos. Así como en ocasiones el poder arbitrario retrocede ante la intervención de la prensa libre, tiende a moderarse cuando tropieza con los ciudadanos organizados en defensa de la ley y movilizados en defensa de sus derechos.
(Para FM Aries)
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