En una nota anterior describí las tres opciones frente a la crisis: 1) Supervivencia, 2) actitud defensiva, o 3) liderazgo proactivo.
Si, por vía de hipótesis, imaginamos que nuestro Gobernador se decanta por esta “tercera posición”, y que esta preparado y dispuesto para desplegar una política proactiva frente a la crisis, tropezaría con tres dificultades: Carencias estadísticas; Ausencia de consensos básicos en nuestra sociedad; y Debilitamiento, durante su gestión, del federalismo salteño.
La primera de estas dificultades tiene que ver con el avasallamiento del INDEC que impide conocer la real evolución de los precios y de la pobreza, y con la circunstancia de que sus datos no siempre son desagregados con la celeridad que los acontecimientos exigen.
A su vez, nuestra Dirección de Estadísticas marcha al cansino ritmo que le impone su seguramente escaso presupuesto.
Por lo que se refiere a la evolución del empleo, el hecho de que Salta tenga casi el 50% de trabajo en negro, amén de la rudimentaria recolección de datos sobre suspensiones y despidos, impiden al Gobierno, pero también a los actores sociales, conocer la velocidad y la localización territorial y sectorial de la crisis actual.
En materia de pobreza, nuestro Gobernador podrá, a través de su aparato político, de municipios y de organizaciones solidarias, tener indicios acerca de la aceleración de la pobreza. Pero carecerá de cifras contundentes y veraces.
La segunda de aquellas dificultades, la ausencia de consensos básicos, expresa las carencias de un sistema electoral diseñado a la medida del partido hegemónico desde 1996.
El amplio dominio de la Legislatura por parte del oficialismo, merced a la curiosa situación donde la mayoría y la primera minoría pertenecen a una misma familia ideológica que cogobierna, no alcanza a ocultar severas discrepancias en asuntos claves como el urbanismo, la seguridad, el medioambiente o la educación, temas donde el disenso se expresa por fuera del peronismo gobernante.
En realidad, una verdadera “política de estado”, término del que se abusa sin ningún rigor científico, sería aquella que lograra el consenso del Partido Obrero, del Partido Propuesta Salteña y de las organizaciones sociales libres.
La fuerte contestación social a las políticas que está definiendo nuestro Gobernador en temas clave, obstaculizará o impedirá una gestión proactiva de los efectos locales de la crisis global.
Salta, y presento la tercera de las dificultades, ha cedido demasiado terreno al poder central, tolerando, por razones de alineamiento partidista, medidas presupuestarias y económicas que nos perjudican. Y no hay indicios de que estén dadas las condiciones para desandar el camino con un mínimo de eficacia.
Dicho en otros términos: Carencias y conflictos locales añaden dificultades a la gestión de la crisis.
Salta, noviembre de 2008.
(Para FM Aries)
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